Miami, 25 de mayo de 2025 — Mientras en Venezuela se abren este domingo más de 15.700 centros de votación para unas elecciones regionales y legislativas cargadas de tensión, millones de venezolanos en el exterior, especialmente en Estados Unidos, observan con atención y preocupación el desarrollo de un proceso que podría redefinir el mapa político del país caribeño. Para la diáspora, estas elecciones representan una nueva prueba de la frágil democracia venezolana, especialmente por los recientes arrestos de figuras opositoras y el polémico voto en el disputado territorio del Esequibo.
Con más de 21 millones de votantes convocados a elegir 569 cargos, incluyendo 285 diputados, 24 gobernadores y más de 260 legisladores regionales, la jornada electoral llega apenas diez meses después de las presidenciales de 2024, que la oposición aún califica como fraudulentas. Desde ciudades como Miami, Houston o Nueva York, comunidades venezolanas expresan preocupación por la falta de garantías democráticas y por el reciente arresto del dirigente opositor Juan Pablo Guanipa, lo que alimenta el escepticismo sobre la transparencia del proceso.
Uno de los puntos más controversiales de esta elección es la inclusión, por primera vez, del Esequibo como entidad política con derecho a elegir gobernador y parlamentarios. Este territorio, en disputa con Guyana desde hace más de un siglo, ha generado una escalada diplomática. La Corte Internacional de Justicia pidió a Caracas abstenerse de realizar elecciones en la zona, pero el gobierno de Nicolás Maduro ha desoído el llamado, avivando tensiones en la región y desatando advertencias de defensa por parte de Guyana.
El ambiente electoral se ha visto ensombrecido también por las declaraciones del ministro del Interior venezolano, Diosdado Cabello, quien denunció un supuesto plan de sabotaje que buscaba generar violencia durante la jornada. Esto dio pie a una ola de detenciones —alrededor de 70— entre ellas, la de varios extranjeros, lo que ha sido denunciado por organizaciones de derechos humanos como una estrategia para intimidar a la oposición y desmovilizar el voto crítico.
Para los venezolanos que residen en EE.UU., especialmente quienes han huido de la crisis política y económica, este proceso electoral reafirma la fractura interna de la oposición y la persistencia de un oficialismo que consolida poder pese a las presiones internacionales. Mientras muchos claman por una solución democrática real, la distancia geográfica no ha mermado el vínculo emocional con su país, y las redes sociales y medios digitales se han convertido en el principal puente para seguir, denunciar y debatir un proceso que, aunque cuestionado, sigue marcando el rumbo de Venezuela.