Su cámara nunca buscó la perfección, sino la verdad. Hoy, el mundo pierde no solo a un artista, sino a un testigo incansable de la humanidad.
SÃO PAULO — Sebastião Salgado, el legendario fotógrafo y ambientalista brasileño, falleció a los 81 años a causa de una leucemia derivada de una antigua malaria contraída durante uno de sus viajes. La noticia fue confirmada este viernes por su familia, que detalló que murió en París, ciudad en la que vivió más de cinco décadas.
Salgado no capturaba imágenes: capturaba esencias. Su legado visual, compuesto por poderosos retratos en blanco y negro de comunidades olvidadas, paisajes primitivos y dramas humanos, es uno de los más conmovedores de la fotografía contemporánea. Su trabajo lo llevó desde las profundidades del Amazonas hasta aldeas africanas y zonas de guerra, donde su cámara se convirtió en un puente entre el dolor y la conciencia colectiva.
“Sebastião luchó incansablemente, a través del lente, por un mundo más justo, humano y ecológico”, expresó su familia en un emotivo comunicado. Contaron además que la leucemia que lo aquejaba se originó tras contraer una rara forma de malaria en Indonesia, mientras trabajaba en su ambicioso proyecto Génesis, con el que buscaba retratar la belleza intacta del planeta.
Junto a su esposa Lélia Wanick Salgado, fundó el Instituto Terra, una organización dedicada a la reforestación y la educación ambiental en Brasil. Desde ahí, no solo documentó la devastación, sino que participó activamente en la regeneración del mundo natural, dando ejemplo de que el arte puede convertirse en acción.
“Su lente reveló el mundo y sus contradicciones; su vida, el poder de la transformación”, expresó el Instituto Terra. Salgado no solo nos deja imágenes: deja un mapa emocional del planeta Tierra. Un legado que seguirá hablándonos, incluso en silencio.
