Ola de robos de autos en East Palo Alto revela fallas en seguridad urbana y enciende alarma entre residentes

EAST PALO ALTO, California — Lo que comenzó como una mañana común en East Palo Alto, terminó siendo un claro recordatorio de la creciente vulnerabilidad que enfrentan los residentes ante la falta de seguridad en las calles de su ciudad. Tres vehículos vandalizados en cuestión de horas, herramientas de trabajo robadas, ventanas rotas y hasta comida sustraída, son parte del saldo de una nueva serie de incidentes que ha encendido la alarma entre vecinos del área.

Larissa Valencia fue una de las primeras afectadas. Al salir de su casa, se encontró con las ventanas de su vehículo destrozadas. El estéreo, cables de corriente y hasta la llanta de repuesto habían desaparecido. “No solo es lo que se llevaron, es cómo te deja. No te sientes segura ni confiada ni siquiera para salir a trabajar”, dijo.

No fue un caso aislado. A menos de una milla de distancia, Fernanda Jiménez también descubrió que su vehículo había sido atacado. “Me rompieron la ventana del pasajero. Solo se llevaron unos lentes, pero la sensación de invasión es lo peor”, lamentó.

Y horas más tarde, el patrón se repitió. Otro auto, esta vez con múltiples ventanas rotas, fue saqueado. “Le robaron hasta una caja de sopas instantáneas y algo de efectivo”, contó Jatsiri Hurtado, hija de la propietaria.

Estos incidentes, aunque no dejaron heridos, sí reflejan un problema más profundo: la percepción generalizada de inseguridad. Vecinos señalan la falta de alumbrado público, ausencia de cámaras de vigilancia y poca presencia policial como factores clave que facilitan este tipo de delitos.

La alcaldesa de East Palo Alto, Martha Barragán, aseguró que el tema está sobre la mesa: “Estamos escuchando a la comunidad y trabajando para establecer prioridades. El 3 de junio presentaremos propuestas concretas ante la Junta de Supervisores, entre ellas mejorar la iluminación y expandir el sistema de videovigilancia”.

Sin embargo, para algunos residentes, las promesas llegan tarde. La sensación de impunidad y abandono se refuerza con declaraciones como la del capitán de policía Jaime Jiménez: “Recibimos dos reportes formales, pero sospechamos que hay más víctimas. Sin evidencia o grabaciones, no hay mucho que podamos hacer”.

Jiménez recomendó evitar dejar objetos visibles en los vehículos y considerar instalar alarmas. Pero para muchos, estas precauciones no son suficientes.

East Palo Alto, una ciudad marcada históricamente por desafíos sociales, enfrenta ahora una nueva prueba: devolver la confianza a una comunidad que empieza a perder la fe en que sus calles puedan ser seguras otra vez.

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