Jermaine Thomas nació en una base militar estadounidense en Alemania en 1986. Hijo de un soldado norteamericano de origen jamaiquino y de una mujer keniana, vivió casi toda su vida en Estados Unidos. Sin embargo, hace unos días fue deportado a Jamaica, un país que no conoce, donde ahora sobrevive en un hotel sin saber si tiene derecho a estar allí legalmente.
Según una investigación publicada por The Austin Chronicle, Thomas se crió entre mudanzas militares y bases del Ejército hasta que, a los 11 años, se estableció en Florida junto a su padre, ya retirado. Tras la muerte de su padre en 2010, su vida entró en una espiral de inestabilidad, desempleo y problemas legales menores.
Aunque vivió en Estados Unidos durante décadas, el gobierno argumentó que no era ciudadano por haber nacido fuera del país y porque su padre no cumplía con los requisitos de presencia física en territorio estadounidense antes de su nacimiento. En 2015, la Corte Suprema respaldó esa interpretación y confirmó su orden de deportación.
El episodio final ocurrió en Killeen, Texas, donde fue arrestado por “allanamiento” mientras recogía sus pertenencias tras un desalojo. Pasó semanas en la cárcel, y al firmar un acuerdo de liberación, fue entregado al ICE y luego deportado sin aviso claro.
Hoy, Thomas vive en Kingston, Jamaica, sin documentos, sin empleo y sin respuestas. “¿Vas a permitir que expulsen a tu hijo del país por el que tú arriesgaste tu vida?”, preguntó en una llamada al periodista que contó su caso, dejando en evidencia las contradicciones del sistema migratorio y las fallas que enfrentan incluso los hijos de quienes sirvieron a Estados Unidos.
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