Washington, 29 de junio. — Tras una maratónica lectura en voz alta que duró 16 horas, el Senado de Estados Unidos inició este domingo el debate formal sobre el controvertido plan fiscal y presupuestario impulsado por el presidente Donald Trump. El proyecto, de 940 páginas, fue leído en su totalidad por senadores demócratas como forma de protesta para evidenciar el alcance de los recortes propuestos.
La sesión de lectura comenzó el sábado a las 11:08 p.m. y concluyó durante la tarde del domingo, luego de que la Cámara Alta aprobara por estrecho margen (51 votos a favor y 49 en contra) el inicio del debate legislativo. Ahora, los senadores disponen de 20 horas para debatir enmiendas antes de que el plan pueda avanzar hacia su votación final y, eventualmente, ser enviado a la Casa Blanca para la firma de Trump.
El mandatario busca que el plan sea ratificado antes del 4 de julio, Día de la Independencia, como un logro político de cara al calendario electoral. Sin embargo, las divisiones internas dentro del Partido Republicano amenazan con frustrar esa meta. Algunos senadores conservadores han mostrado reticencias ante los drásticos recortes a programas sociales, temiendo consecuencias electorales en sus estados en las elecciones legislativas de 2026.
El senador Thom Tillis, uno de los pocos republicanos que han expresado públicamente su rechazo al plan, anunció que no buscará la reelección y confirmó que no votará a favor del texto en su forma actual, pese a las críticas directas del propio Trump. Por su parte, los demócratas denuncian que el proyecto reduciría servicios de salud a millones de estadounidenses para beneficiar con exenciones fiscales a los más ricos.
Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), la propuesta aumentaría la deuda pública en 3,9 billones de dólares en la próxima década, superando ampliamente los 2,4 billones previamente estimados. El senador demócrata Dick Durbin llamó a cuatro republicanos a votar en contra del plan para detener lo que considera una amenaza a los programas sociales básicos del país.
El futuro del plan fiscal sigue en el aire, con la presión intensificándose sobre los legisladores republicanos indecisos que podrían tener la última palabra.